
Cacería de ballenas
El barco japonés Yushin Maru mata ballenas minke en los mares del sur.Ver imagen
La cacería comercial que se llevó a cabo en los siglos XIX y XX devastó a la gran mayoría de las poblaciones de ballenas del mundo. Se ha estimado que entre 1925 -cuando fue creado el primer barco factoría- y 1975 más de 1.5 millones de ballenas fueron cazadas.
Los balleneros mermaban una tras otra las poblaciones de ballenas. Cambiaban de especie en especie conforme decrecía su número por la sobrexplotación.
Las primeras ballenas en acabarse fueron la franca y la de arco. Al ser las más lentas, podían ser cazadas desde barcos de vela y lanchas de remos. La ballena franca tuvo que ser protegida desde 1935. Sin embargo, no se ha podido recuperar y quedan menos de 500 individuos de la población del norte. La ballena gris mexicana que era cazada en sus hábitats de apareamiento y reproducción, frente a las costas de la península de Baja California, fue declarada en peligro de extinción a finales del siglo XIX y nuevamente a principios del siglo XX. Tuvo que ser protegida en 1946. El resultado fue exitoso: actualmente se encuentra recuperada. No ocurrió así con la ballena gris del oriente que fue casi exterminada, al grado que sobreviven menos de 100 individuos.
El equipo y los métodos necesarios para capturar las ballenas más rápidas fue desarrollado por Noruega. En 1883 ya existían 16 compañías utilizando la nueva tecnología y la fiebre ballenera -la oportunidad de ganar grandes cantidades de dinero en una nueva y creciente industria- se extendió por toda la nación. La cacería sin restricciones existió hasta 1904, cuando fueron devastadas las poblaciones de ballenas de la costa de Noruega. La cacería en las aguas de ese país fue prohibida y los balleneros noruegos salieron a los mares del mundo en busca de ballenas.
Las ballenas eran perseguidas por barcos de caza muy rápidos. Una vez atrapadas las trasladaban a los barcos factoría. Este método permitió ir tras las ballenas más veloces. La cacería se dirigió hacia la ballena jorobada, la ballena azul y el cachalote. La ballena jorobada fue arrasada y se le tuvo que proteger en 1966, le siguió la inmensa ballena azul que se protegió en 1967. El cachalote fue protegido en 1985.
Posteriormente los balleneros apuntaron las miras de sus cañones arponeros contra la ballena de aleta o rorcual común, que es la segunda más grande del mundo, y otras más pequeñas y rápidas como en el rorcual tropical y el de sei. Estas ballenas fueron protegidas hasta la moratoria establecida en 1986.
Detengan la barbarie
En 1946 se creó la Comisión Ballenera Internacional (CBI), dentro de la Convención Internacional para la Regulación de la Cacería de Ballenas, para conservar y manejar a las poblaciones de ballenas. El preámbulo de la Convención dice: "La historia de la cacería de ballenas ha visto una sobrepesca en un área tras otra y de una especie de ballena tras otra a tal grado que es esencial proteger a todas las especies de ballenas de más sobrepesca".
Pero la CBI fue incapaz de impedir que continuara este patrón de sobrepesca. En parte, esto se debió a la misma estructura de la CBI, pues hasta la fecha permite que los países miembros interpongan una "objeción" que los exime de cumplir cualquier decisión que se tome. Como resultado, las naciones presionaron a la Comisión para que otorgara cuotas de captura excesivamente altas. Otra estrategia que utilizaron fue objetar y obtener cuotas abiertas y capturas sin límite. En el periodo de 1960-62, estas circunstancias condujeron a una cacería de ballenas sin regulación en la Antártica, con una CBI incapaz de establecer cuotas y con países miembros capturando la mayor cantidad posible de ballenas.
En 1975, la CBI introdujo un nuevo esquema de manejo. Se veía bien en papel: detendría la cacería sobre una población determinada si la población estaba disminuyendo. Pero en la práctica falló porque dependía de la información proporcionada por la industria ballenera, sector que se negaba de manera recalcitrante a proveer cualquier tipo de información que pudiera conducir a una reducción de cuotas. De hecho, ahora sabemos que la extinta Unión Soviética hizo trampa a gran escala: capturó más de 100 mil ballenas en el mundo con sus barcos factoría y escondió la información a la CBI y sus científicos.
Después de repetidas solicitudes por parte de la comunidad global, la CBI aceptó decretar una moratoria a la cacería comercial en 1986. Ahora, Japón y Noruega quieren que se adopte el Plan Revisado de Manejo y el Esquema Revisado de Manejo que no son otra cosa más que la nueva metodología para otorgar cuotas de caza de ballenas.
Estamos peligrosamente cerca de ser testigos de la reanudación de la cacería comercial de ballenas. Noruega continúa con su cacería comercial en el Atlántico Norte desafiando abiertamente la moratoria de 1986. Japón sigue cazando ballenas bajo el engaño de realizar investigaciones científicas dentro del santuario Austral y recientemente también en el Pacífico Norte.
En los últimos tres años, éstas naciones han incrementado el financiamiento para sus programas de cacería de ballenas y están buscando agresivamente el levantamiento de la moratoria. Incluso Japón ha dedicado una buena parte de su ayuda a países en desarrollo para comprar votos dentro de la CBI y reclutar a nuevos miembros que apoyen sus planes. La desaparición de la moratoria tendría un efecto devastador sobre las ballenas del mundo que apenas se están recuperando de decenas de años de sobrexplotación. Las ballenas maduran lentamente y presentan una reproducción tardía por lo que tardan mucho tiempo en recuperarse. Además, se enfrentan a numerosas amenazas que mantienen a sus poblaciones en constante peligro, como son la contaminación de los mares y el cambio climático, entre otras.
Para colmo, Islandia anunció su intención de reabrir la cacería de ballenas. Por ello, millares de ambientalistas europeos están proponiendo al gobierno islandés visitar ese país para observar ballenas a cambio de que respete la vida de esos magníficos animales.
Y es que, a pesar de las promesas y los compromisos, la cacería comercial de ballenas nunca se ha realizado de manera sustentable para las poblaciones de ballenas ni para los ecosistemas marinos
El barco japonés Yushin Maru mata ballenas minke en los mares del sur.Ver imagen
La cacería comercial que se llevó a cabo en los siglos XIX y XX devastó a la gran mayoría de las poblaciones de ballenas del mundo. Se ha estimado que entre 1925 -cuando fue creado el primer barco factoría- y 1975 más de 1.5 millones de ballenas fueron cazadas.
Los balleneros mermaban una tras otra las poblaciones de ballenas. Cambiaban de especie en especie conforme decrecía su número por la sobrexplotación.
Las primeras ballenas en acabarse fueron la franca y la de arco. Al ser las más lentas, podían ser cazadas desde barcos de vela y lanchas de remos. La ballena franca tuvo que ser protegida desde 1935. Sin embargo, no se ha podido recuperar y quedan menos de 500 individuos de la población del norte. La ballena gris mexicana que era cazada en sus hábitats de apareamiento y reproducción, frente a las costas de la península de Baja California, fue declarada en peligro de extinción a finales del siglo XIX y nuevamente a principios del siglo XX. Tuvo que ser protegida en 1946. El resultado fue exitoso: actualmente se encuentra recuperada. No ocurrió así con la ballena gris del oriente que fue casi exterminada, al grado que sobreviven menos de 100 individuos.
El equipo y los métodos necesarios para capturar las ballenas más rápidas fue desarrollado por Noruega. En 1883 ya existían 16 compañías utilizando la nueva tecnología y la fiebre ballenera -la oportunidad de ganar grandes cantidades de dinero en una nueva y creciente industria- se extendió por toda la nación. La cacería sin restricciones existió hasta 1904, cuando fueron devastadas las poblaciones de ballenas de la costa de Noruega. La cacería en las aguas de ese país fue prohibida y los balleneros noruegos salieron a los mares del mundo en busca de ballenas.
Las ballenas eran perseguidas por barcos de caza muy rápidos. Una vez atrapadas las trasladaban a los barcos factoría. Este método permitió ir tras las ballenas más veloces. La cacería se dirigió hacia la ballena jorobada, la ballena azul y el cachalote. La ballena jorobada fue arrasada y se le tuvo que proteger en 1966, le siguió la inmensa ballena azul que se protegió en 1967. El cachalote fue protegido en 1985.
Posteriormente los balleneros apuntaron las miras de sus cañones arponeros contra la ballena de aleta o rorcual común, que es la segunda más grande del mundo, y otras más pequeñas y rápidas como en el rorcual tropical y el de sei. Estas ballenas fueron protegidas hasta la moratoria establecida en 1986.
Detengan la barbarie
En 1946 se creó la Comisión Ballenera Internacional (CBI), dentro de la Convención Internacional para la Regulación de la Cacería de Ballenas, para conservar y manejar a las poblaciones de ballenas. El preámbulo de la Convención dice: "La historia de la cacería de ballenas ha visto una sobrepesca en un área tras otra y de una especie de ballena tras otra a tal grado que es esencial proteger a todas las especies de ballenas de más sobrepesca".
Pero la CBI fue incapaz de impedir que continuara este patrón de sobrepesca. En parte, esto se debió a la misma estructura de la CBI, pues hasta la fecha permite que los países miembros interpongan una "objeción" que los exime de cumplir cualquier decisión que se tome. Como resultado, las naciones presionaron a la Comisión para que otorgara cuotas de captura excesivamente altas. Otra estrategia que utilizaron fue objetar y obtener cuotas abiertas y capturas sin límite. En el periodo de 1960-62, estas circunstancias condujeron a una cacería de ballenas sin regulación en la Antártica, con una CBI incapaz de establecer cuotas y con países miembros capturando la mayor cantidad posible de ballenas.
En 1975, la CBI introdujo un nuevo esquema de manejo. Se veía bien en papel: detendría la cacería sobre una población determinada si la población estaba disminuyendo. Pero en la práctica falló porque dependía de la información proporcionada por la industria ballenera, sector que se negaba de manera recalcitrante a proveer cualquier tipo de información que pudiera conducir a una reducción de cuotas. De hecho, ahora sabemos que la extinta Unión Soviética hizo trampa a gran escala: capturó más de 100 mil ballenas en el mundo con sus barcos factoría y escondió la información a la CBI y sus científicos.
Después de repetidas solicitudes por parte de la comunidad global, la CBI aceptó decretar una moratoria a la cacería comercial en 1986. Ahora, Japón y Noruega quieren que se adopte el Plan Revisado de Manejo y el Esquema Revisado de Manejo que no son otra cosa más que la nueva metodología para otorgar cuotas de caza de ballenas.
Estamos peligrosamente cerca de ser testigos de la reanudación de la cacería comercial de ballenas. Noruega continúa con su cacería comercial en el Atlántico Norte desafiando abiertamente la moratoria de 1986. Japón sigue cazando ballenas bajo el engaño de realizar investigaciones científicas dentro del santuario Austral y recientemente también en el Pacífico Norte.
En los últimos tres años, éstas naciones han incrementado el financiamiento para sus programas de cacería de ballenas y están buscando agresivamente el levantamiento de la moratoria. Incluso Japón ha dedicado una buena parte de su ayuda a países en desarrollo para comprar votos dentro de la CBI y reclutar a nuevos miembros que apoyen sus planes. La desaparición de la moratoria tendría un efecto devastador sobre las ballenas del mundo que apenas se están recuperando de decenas de años de sobrexplotación. Las ballenas maduran lentamente y presentan una reproducción tardía por lo que tardan mucho tiempo en recuperarse. Además, se enfrentan a numerosas amenazas que mantienen a sus poblaciones en constante peligro, como son la contaminación de los mares y el cambio climático, entre otras.